ODISEO XXI



El que sepa entender…

Para esta mi primera entrada en el Blog he escogido un relato completamente diferente a los que suelo escribir. Cuando David, compañero y profesor de Lengua Española, me propuso el reto de escribir un relato corto para el concurso del colegio, lo primero que pensé era el tiempo que llevaba sin escribir nada, pero acepté. El formato del concurso iba a resultar un doble reto:

-          Primero: la extensión. Tan sólo 200 palabras… todo un reto para alguien que, cuando escribe, usa más de 100 sólo para decir buenos días…
-          Segundo: El tema… El Amor… así, en plan genérico… Un tema en el cual no me considero precisamente un experto…

Así que estuve unos días barajando varias ideas, y me decidí por una de ellas que llevaba rondando mi cabeza más de 30 años… una pregunta sin respuesta que me había acompañado desde niño, desde la primera vez que esta “historia” llegó a mis oídos.

No hace falta decir que no gané… pero quizás tampoco me lo propuse. Me conformaba con que alguien fuera capaz de entenderlo, al menos en parte…

Se admiten preguntas…





Abrí los ojos, la luz entraba por la ventana.

- ¡TE HAS DORMIDO!…

- No tengo que madrugar… Nunca más…

Destruí la competencia, no más Trojan Incorporated. Una vez dentro de su estructura, un par de malas decisiones y pasaron a la historia.

- ¿Y AHORA QUÉ?...

-  Se acabó… Desapareceré mientras estoy en la cumbre... No necesito más dinero… Volveré a casa... Lo que siempre deseé…

El sueño de mi vida. Volvería a mi hogar, donde crecí, a disfrutar del fruto de 30 años de trabajo por el resto de mis días. Había sacrificado todo para conseguirlo. Descansar. Compré el billete de tren. Desandaría el camino que empecé hace tantos años.

-  ¿IRÁS A BUSCARLA?... ¡DESPUÉS DE 30 AÑOS!... ¡ESTÁS LOCO!...

- No... Claro que no... No lo sé... No debería... Mi única promesa incumplida… Seguro que rehízo su vida... Se casó... Tuvo hijos... Fue Feliz... Se olvidó de mí... No soy tan importante...

Mi psicólogo me mataría. Tantas horas de terapia a la basura.

Ocupé mi asiento, rodeado de extraños inmersos en sus propias vidas. Un empresario de prestigio disfrazado de don nadie. Lentamente, la civilización quedó atrás y dio paso a un paisaje mucho más querido. Cuando divisé la estación se me cortó la respiración. Estaba en casa.

Bajé del vagón. Esperé a que todos los viajeros abandonaran el andén. Ya no tenía prisa.
Había una mujer sentada en un banco. El mismo banco donde nos despedimos hace 30 años.

Me acerqué.

-… ¿… Penélope?.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

2017...

The Orphan Butterfly

Presentation...