2017...



     Con la entrada del nuevo año, toca dedicar un rato más a la introspección (más de lo habitual) y hacer un resumen por escrito de todo aquello que ha supuesto para mí el año vencido. Intentaré enfocar el escrito intentando centrarme en todos aquellos “logros” conseguidos, esos pasos que me han permitido seguir adelante en mi búsqueda de entendimiento, tanto personal como general.

     Quiero empezar por un logro “menor”, una de esas cosas que parecen anecdóticas, pero de las que no puedo más que sentirme orgulloso… y es que este año he conseguido dejar de morderme las uñas… Sin apuestas, sin químicas, sin productos milagro… simplemente consiguiendo racionalizar el movimiento automático impulsivo gracias a ese cacharrito llamado Spinner. He conseguido encontrar el punto en el cual mi cuerpo tomaba la riendas y empezaba a actuar de manera involuntaria, normalmente asociado a un momento de ebullición mental específico, ya sea durante una lectura o durante un proceso de resolución de algún que otro problema (real o ficticio). El caso es que conseguí sustituir el movimiento de morderme las uñas por el de hacer girar el cacharrito… aunque para algunas de las personas que normalmente me rodean pueda ser algo especialmente molesto (según mi compañera de trabajo, no es que racionalice mi estrés, es que lo traspaso a los que me rodean). Ahora ya ni siquiera necesito el Spinner para controlarlo.

     En el plano personal, he dedicado gran parte del año a intentar entender cómo funciona mi cabeza… y he contado con la inestimable ayuda y guía de mi hermano para ello. He conseguido ponerle nombre a algunos de los demonios a los que había considerado mis compañeros inseparables desde que tengo uso de razón y que habían conseguido meterme en un pozo del que no era capaz de salir por mi propio pie. Resulta paradójico darse cuenta de que aquello que considerabas que era tu mejor arma, esa que llevas toda la vida cuidando, afilando y fortaleciendo (tu cerebro, tu voluntad, tu ego), puede llegar a  convertirse en una máquina perfecta de tergiversar la realidad, llegando a bloquear cualquier posibilidad de mejora. Creo que si tengo que elegir uno de los logros como el “mayor” de todos, sin duda sería este, pues el resto de los logros vienen directamente relacionados con este cambio de mentalidad.

     Gracias a esta huida hacia delante de mi “determinismo existencial”, me he permitido cambiar mi “auspicio”. Utilizando una terminología heredada del “Werewolf”, me he liberado de las cadenas que me ataban al “Juez” para permitirme intentar convertirme en “Guerrero”. Por fin di el paso hacia la Reconstrucción Histórica que había pospuesto durante años, y esto me ha llevado a conocer un grupo de “locos” que han enriquecido mi forma de ver la vida y me ha proporcionado una nueva ”etiqueta” para mi colección. Ahora también soy un #vikingo…

     Y creo que el siguiente logro tiene mucho que ver con estos dos últimos trabajando a un tiempo. Porque sólo en base a mi nuevo grado de conciencia y al análisis de los textos odinistas que me supuso la profundización en mis estudios sobre el mundo mitológico nórdico, es entendible la decisión irrevocable de tatuarme a Hugin y a Munin; convertirlos en compañeros inseparables del resto de mi existencia. No volveré a permitir que Munin me abandone.

     En lo referente al uso de mi tiempo, me he volcado en dedicarle a la familia, empezando por mi hija, todo ese tiempo que les había negado los últimos 5 años. Gracias a mi hermano y mi cuñada he tenido la oportunidad de conocer Asturias y disfrutar de ese tiempo como no lo había hecho en años: dejar de lamentar el tiempo perdido junto a mi hija y centrarme en disfrutar de lo que nos queda juntos. 

     En el plano lúdico, ese que había acaparado mi tiempo hasta el día del Ragnarok, tengo que dar las gracias a viejos amigos que no me han dejado tirar la toalla y romper definitivamente con todo lo que me importó y me importa, y a los nuevos amigos que me han abierto un nuevo campo de realización personal. He podido compartir con mi hija unas nuevas TdN, de un Avalon Tales Festival  (su primer festival de música), y ya en el plano individual, un par de convivencias con la tropa de las Ludo Ergo Sum, unas nuevas LES, un par de actividades inolvidables con Despertalia en las que yo debería de haber pagado por tener la oportunidad de realizar, y cerrar el año con el colofón de las Game On y la noticia de ser seleccionado como Árbitro Oficial del próximo campeonato del Mundo de BloodBowl en el 2019. 

     En el plano profesional, he conseguido “desfocalizar” mi percepción de todos los errores y fallos fruto de un sistema educativo obsoleto que me rodean diariamente, y que estuvieron a punto de hacerme claudicar y abandonar mi trabajo de maestro,  para centrarme única y exclusivamente en las razones por las que un buen día decidí ser profesor, que no son otras que mis alumnos. He centrado mi actividad profesional en ellos y estoy disfrutando de mi tiempo con ellos como hacía años que no conseguía, intentando aplicar esos aprendizajes a nivel de Educación Emocional que he intentado interiorizar para mi persona en mi trabajo diario. 

     En el plano social, he conseguido entender que soy incapaz de entender al resto de personas, aunque sigo intentando no etiquetar ni juzgar. Al margen de todas aquellas personas que he tenido la oportunidad de conocer en las jornadas y eventos, con los que comparto afición, la promesa que me hice de “no decir que no a ningún plan que pueda surgir” me ha llevado a conocer a vecinos con los que he compartido bloque durante más de 10 años y no me había permitido conocerles un poco mejor. Acepté la invitación de una compañera de trabajo muy especial para salirme de  mi “encorsetamiento” social y poder conocer a varios de mis compañeros y a su familia fuera del papel de “maestro” en el que me siento “tan seguro”. También me he permitido intentar tener nuevas relaciones personales, todas ellas infructuosas… y he intentado no anteponer mis barreras emocionales en esos momentos en los que consideré que era necesaria mi ayuda.

     Seguro que alguna cosa más me dejo en el tintero… No sé si alguien conseguirá reunir las ganas necesarias y leer alguna vez este “relato”, pero tampoco le doy demasiada importancia. Es un esfuerzo y un tiempo dedicado única y exclusivamente a no permitir que mis “demonios” me convenzan de que he tirado otro año más de mi vida a la basura.

     P.D.: Me sigue resultando chocante comprobar lo diferente que puede llegar a ser el punto de vista que tienen algunas personas relativamente cercanas sobre mi persona: que crean que soy una persona segura de mí misma y con las ideas muy claras…

     … Creo que mi máscara y el personaje que esta conlleva se han vuelto demasiado creíbles.

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